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Pastel de piña y sol (un clásico sureño)

Instrucciones

Precaliente el horno a 175 °C (350 °F). Engrase ligeramente una bandeja para hornear de 23 x 33 cm (9 x 13 pulgadas).
En un bol grande, mezcla la harina para pastel, los huevos, el aceite y el jugo de las mandarinas enlatadas. Las mandarinas se desharán al mezclar, lo que le dará al pastel su ligero sabor afrutado.
Batir a velocidad media durante unos 2 minutos hasta obtener una consistencia suave y cremosa.
Vierta la masa en el molde preparado y extiéndala uniformemente.
Hornee durante 25 a 30 minutos , o hasta que al insertar un palillo en el centro, éste salga limpio.
Retira del horno y deja que el pastel se enfríe por completo antes de glasearlo; este paso es importante para que la cobertura no se derrita.
Preparar el glaseado:
En un tazón mediano, combine la mezcla para pudín de vainilla con la piña triturada (incluido el jugo) . Revuelva hasta que quede suave.
Incorpore suavemente la crema batida hasta que esté completamente combinada.
Extiende el glaseado uniformemente sobre el pastel enfriado usando una espátula.
Refrigera durante al menos 2 horas antes de servir para que los sabores se mezclen y la cobertura se asiente.

Consejos o sugerencias para servir
Para darle un toque extra de sabor, espolvoree coco tostado o nueces pecanas picadas por encima antes de servir.
Puedes preparar este pastel con un día de antelación ; de hecho, ¡sabe aún mejor al día siguiente!
Mantener refrigerado hasta el momento de servir, ya que el glaseado es ligero y cremoso.
¿Quieres darle un toque diferente? Añade una capa de rodajas de mandarina por encima para un acabado bonito y soleado.

Conclusión
El pastel de piña y sol es pura nostalgia en cada bocado: húmedo, afrutado y refrescantemente ligero. Es el tipo de postre que no necesita decoraciones sofisticadas ni ingredientes complicados. Solo unos pocos ingredientes básicos de la despensa y una lata de fruta, y tendrás un pastel que sabe a verano y a reuniones familiares, todo en uno.

Una vez que pruebes esta receta fácil y que gusta a todo el mundo, entenderás por qué todos los cocineros del sur la guardaban como un secreto — y por qué sigue siendo uno de los pasteles más queridos para las reuniones sociales de la iglesia.

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